Hace 20 años venimos peleando contra la mezquina postergación presupuestal que sufre nuestra Facultad de Humanidades, y que se traduce en restricciones al acceso a la enseñanza, y en un evidente menosprecio a la producción de conocimiento de nuestras disciplinas a nivel general, acotando la relevancia social de nuestra Casa de Estudios y las posibilidades de empleo de nuestras/os estudiantes, docentes y egresadas/os.

A lo largo de su historia, nuestra Agrupación ha actuado en coherencia con su principio fundamental de defender la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación: defendiendo la presencia de la FHCE en el Consejo Directivo Central, reclamando más presupuesto para nuestra Casa de Estudios a la interna de la UDELAR, y siendo la oposición, en todos los órganos de cogobierno, a los decanatos que han aceptado obsecuentemente la postergación de Humanidades y degradado nuestra formación académica con paupérrimas reformas en nuestros planes de estudio, adecuando nuestras Licenciaturas y Tecnicaturas a las bases del Plan Bolonia.

Hoy nuestra Facultad vuelve a estar en peligro en el presente contexto de ajuste contra la Universidad de la República; la coalición de gobierno impulsa un modelo de enseñanza virtual que, además de precarizar nuestra enseñanza a nivel pedagógico y el desarrollo disciplinar a nivel académico, como vimos anteriormente, es la excusa perfecta que tienen para el recorte presupuestal.

Mientras en la ANEP avanzan con proyectos de reforma neoliberal (tanto para Secundaria como para Formación Docente) que incluyen la virtualización de buena parte de la enseñanza, en la Universidad de la República, donde el gobierno no tiene injerencia directa en la toma de decisiones (debido a los Principios de Autonomía y Cogobierno garantizados por Ley), ni es mayoría en los órganos de cogobierno a través de sus corrientes universitarias, ejerce presión desde la prensa hegemónica y con el recorte de recursos.

La línea política en favor de la “enseñanza a distancia” está siendo promovida por todos los medios de prensa serviles a la oligarquía, que toda la vida han desoído al Movimiento Estudiantil. La creciente propaganda de estos medios masivos a la virtualidad, deja en evidencia a qué intereses responde este modelo.

Esta iniciativa pretende aprovechar las medidas que la UDELAR ha tenido que tomar forzosamente para sobrellevar una pandemia, para instalar un modelo educativo pensado mucho antes de la pandemia y que ha encontrado hoy su caldo de cultivo.

Lamentablemente, con un discurso demagógico acerca de la inclusión, esta ola de presión arrastra a muchas compañeras y compañeros que tienen una preocupación legítima por la democratización de la enseñanza universitaria, sobre problemas reales que vivimos las y los estudiantes. Ante las dificultades de acceso, que son producto de la carencia presupuestal, el neoliberalismo nos presenta a la virtualidad como forma “fácil” de salir del embrollo. Primero nos imponen el problema, y luego nos ofrecen su solución.

Claro, fácil es para el gobierno y para la conducción universitaria, que puede lavarse las manos llenando los bolsillos de la empresa Zoom.

Frente a las expectativas que provoca en muchos compañeros esta falsa “solución”, no faltan los oportunistas que abonan a este discurso aspirando a captar los votos de estos compañeros, considerándolos un mero “nicho electoral”. El Frente de Participación Estudiantil Susana Pintos (aquí aterrizó como FPE Humanidades), que en diciembre juntaba firmas por la presencialidad, en vísperas de una Elección Universitaria y cuando la campaña mediática arrecia, da una vuelta de 180 grados y ahora nos dice que las clases grabadas pueden ser una solución al problema de horarios que sufrimos en la Facultad. ¿Cuántas acrobacias seguirán haciendo estos nuevos abanderados de la virtualidad?

El modelo que inicialmente se presentó -de forma más transparente- en defensa de la virtualidad, hoy se presenta en defensa de una “modalidad híbrida”, a causa de la trascendencia que han tenido algunas reacciones intelectuales y gremiales, como la producción teórica de estudiantes de Educación, que aniquiló el discurso pro virtualidad, desnudando sus precariedad e intereses.

La iniciativa pro virtualidad se desfiguró, entonces, en una iniciativa pro “modalidad híbrida”, aduciendo no estar en contra de la presencialidad, sino “a favor de las dos opciones”, como si eso fuera posible.

Nos presentan a la virtualidad y a la presencialidad como “opciones” sobre las que los estudiantes deberíamos elegir (“el que quiera virtualidad, que curse virtual, y el que quiera presencialidad, que curse presencial), lo que es es un engaño, porque la habilitación del cursado virtual tiende indefectiblemente a la virtualidad total.

La Universidad de la República establece qué formación académica requiere cada carrera de grado, y por consiguiente cuáles son las exigencias que debemos cumplir las y los estudiantes para ser finalmente reconocidos como historiadores, físicos, economistas, etc. Si la Udelar reconociera en igualdad de condiciones a una historiadora que estudió en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, y a una persona que jamás pisó la Facultad (y en consecuencia otorgara el mismo título), ¿cómo justifica la necesidad de ocupar y sostener el funcionamiento de un edificio para nuestra Facultad? ¿Cómo justifica el presupuesto que gasta anualmente si “es lo mismo” que estudiemos presencial o virtualmente?

Allí comienzan las disputas a la interna universitaria; disputas que obviamente ganan las Facultades “útiles” e “importantes” para el mercado. Es decir, nadie duda de que las Facultades de Ingeniería o Medicina puedan justificar su presupuesto, ahora bien, ¿a alguien le queda alguna duda de que el recorte va a ir por las Humanidades?

¿A alguien le queda duda de que con clases virtuales no va a haber plata para becas, y que con clases grabadas no va a haber para diversificación de horarios?

Hace 10 años que nuestra Facultad está negociando un edificio nuevo, que contemple las necesidades de su demos universitario. Al día de hoy, lo único logrado es un terreno sobre el cual construir. Entonces nos preguntamos: ¿cómo va a ir Ana Frega a disputar el presupuesto necesario para construir ese edificio, si nuestras carreras se pueden cursar virtualmente? ¿Qué va a decir? ¿”En realidad nos las arreglamos virtual, pero bueno, hay estudiantes que quieren cursar presencial”?

No hay ninguna duda de que le darán una palmadita en la espalda y la mandarán para su casa.

Ya lo han dicho en el Consejo Directivo Central: “es necesario recuperar la presencialidad para lo importante”. Le preguntamos al Rector Arim, ya que se ha atrevido a dar declaraciones a la prensa sin resolución del CDC, ¿qué es exactamente lo importante? ¿Incluye a la FHCE?

¿Entre lo importante está asignar fondos a las facultades que no tienen diversificación de horarios, como la nuestra? ¿Eliminar la restricción al acceso a la enseñanza que suponen los cupos en varias Facultades?

¿Entre lo importante está incrementar las becas de Bienestar Universitario? ¿Efectivizar cargos docentes en carreras desfinanciadas, como la de Corrección de Estilo?

No existe en una Facultad postergada como la nuestra, la posibilidad de elegir entre presencial o virtual como un menú de comida.

Para la conducción universitaria, las Humanidades son una molestia entre las disciplinas “importantes” de la Udelar, por eso no faltan voluntades para liquidar nuestra Casa de Estudios. En una Facultad como la nuestra, la única opción es luchar por sobrevivir, como lo venimos haciendo hace mucho; hoy, defender la presencialidad es luchar por sobrevivir.

Si no la defendemos con unidad, terminaremos por transformarnos en un “servicio a distancia”, y aquellos que aspiran a hacer carrera docente, ya podrían ir pensando en otra vocación.

La virtualidad sería el acabose de la Facultad de Humanidades, y si este crímen institucional se llegara a consumar, tanto los ejecutores como los omisos, quedarán en la historia como los verdugos de una Casa de Estudios que supo ser usina del pensamiento crítico en el país.

Sabemos que la mejor forma de enfrentar esta avanzada neoliberal es con la unidad de los órdenes de nuestra Facultad y la movilización. Le preguntamos entonces a la Decana Ana Frega: ¿defenderá la Facultad de Humanidades ante las presiones que arremeten a la interna de la Universidad? Si así fuere, nuestra mano estará tendida.


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