La Ley Orgánica de la Universidad de la República, en su artículo 2, establece que uno de los fines de la institución es “contribuir al estudio de los problemas de interés general y propender a su comprensión pública”. Desde la 21 de junio, hemos defendido cabalmente esta responsabilidad que la Universidad tiene de dedicar su acumulado de investigación y reflexión para aportar a los debates de la hora.

Por eso nuestra agrupación ha participado, a lo largo de su historia, en las discusiones que se han dado en los órganos de cogobierno sobre distintos temas de interés nacional: a favor de la anulación de la Ley de Caducidad; en contra de la baja de la edad de imputabilidad; en contra de la Ley de Riego y del intento de Reforma Constitucional de 2019.

A propuesta de nuestra Agrupación, la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay resolvió apoyar un referéndum en contra de la LUC y trazar un camino de amplios acuerdos con todo el movimiento popular en esta iniciativa. Este año, desde la comisión de Asuntos Gremiales del CEHCE, hemos juntado cientos de firmas para derogar los 135 artículos más regresivos de la LUC, para aportar a la campaña nacional que finalmente logró 800.000 adhesiones.

Otro tema que consideramos que la Universidad debería abordar, estudiar y esclarecer, es acerca de la reforma de la Enseñanza Media. El año pasado el Presidente de la ANEP, Robert Silva, anunció una reforma que consistía en la eliminación del bachillerato diversificado y la aprobación de un bachillerato general, en el que los y las estudiantes deberían elegir una orientación o «énfasis» para su formación recién en el último año de su trayecto educativo, teniendo como opciones: ciencias médicas, ingeniería o tecnología, dejando por fuera las formaciones humanísticas y artísticas.

Desde Humanidades sabemos que las asignaturas humanísticas ofrecen a los y las estudiantes la posibilidad de conocer y reflexionar sobre realidades diferentes a las propias o inmediatas, permitiendo construir otros caminos, pensar que otro país es posible a partir de una perspectiva crítica sobre nuestro presente. Entendemos que el pensamiento detrás de este anuncio se basó en una lógica tecnicista de la pedagogía que apunta a generar individuos alienados, conducidos meramente por un rol operario.

Ante la enorme reacción negativa a este anuncio, el gobierno parece haber dejado a un lado este proyecto, centrándose en una reforma de Ciclo Básico que entendemos va en la misma línea, donde no solo se recortan las horas de clase de las materias artísticas y humanísticas, sino también se impone un cambio de planes y programas, del cual nadie se hace responsable —no están firmados ni se especifica a quién consultaron para su elaboración— que implica un recorte y sustitución de contenidos sin ninguna fundamentación teórica. Rechazamos la elaboración de estos programas sin la intervención de las Asambleas Técnico Docentes (ATD), lo que implica no contemplar la opinión de quienes, en definitiva, van a ejercer la docencia en las aulas.

Que la Academia esté al servicio del interés nacional implica también bajar al barro de la historia, y preocuparse por las discusiones del presente, tanto o más que por el próximo paper arbitrado.


Siguiente sección: Por un presupuesto digno